11 mar 2023

HAGO ABSTRACCIÓN TOTAL

hago abstracción total del día árboles
glorietas umbrosas un fresco lugar para dormir
en los calores del mediodía
riachuelos frutos abundantes arroyos lentos pabellones nupciales
vino que no embriaga jardines sembrados dulzura del reposo
y sin embargo vuelvo sobre mis pasos camello acosada de sed
planicie seca el pozo no – corazón - no - durante un minuto
al día cree en la muerte y me produce un miedo animal
–ese cielo es hermoso o imposible

23 feb 2023

Sobre los gestos de Pulcinella



Hace pocos días vi una grabación del año 1965. Acompañaba una muestra sobre las intervenciones políticas de Pasolini en los últimos diez años de su vida. Era un Pulcinella, la máscara arquetípica, pícaro y hermafrodita, que inspiró a Tiepolo (acerca de quien Roberto Calasso escribió un libro extraordinario), a Stravinsky (en un ballet que debe ser la pesadilla adorniana perfecta) y a Agamben (un libro que lee una serie de acuarelas en los que Pulcinella de Tiepolo se repiten en imágenes de corte goyescas). Ese video -realizado por Pino Pascali- es algo así como la danza del fin (de los gestos) de un mundo, aquel final que Pasolini denunciaba furibundo, al que había cantado en Il fiore delle Mille e una notte. Unos días después, viaje a Nápoles, ciudad en la que se hunden las melodías más infantiles de mi vida, vagamente incomprensible, mediterránea y oriental, delirante. 

Todo el tiempo que estuve en la ciudad del sur, fui tomado por una sensación de bendita sorpresa, somnolencia y una rara melancolía. 

19 feb 2023

Castrati, sirenas y archivos musicales del siglo XX


El archivo musical del siglo XX (fragmento) 

Por Daniel Link y Diego Carballar

https://revistas.cientifica.edu.pe/index.php/desdeelsur/article/view/1353/1083

DL: La Bartoli es una bestia, ¿no? Pero lo es en sentido literal. En esta aria [«Son qual nave» de Riccardo Broschi] me impresiona (como a todo el mundo) lo mucho que sostiene en el tiempo el primer verso (además de desencadenar una risa incómoda, pone la carne de gallina), pero también el  delirio  de  las  «coloraturas»,  que  transforman  el  canto  en  una  cosa  animal, vacío de todo sentido que no sea la celebración del propio canto. ¿Cómo hace eso una mezzo salida de un programa de talentos (Italia’s got talent, digamos)? ¿Y para qué?

DC:  No  sabía  que  había  surgido  de  un  programa  de  TV.  Ella  tiene  conciencia  de  su  «visibilidad»  y,  te  diría,  de  cierto  «toque  monstruoso»:  en  la  tapa  de  un  disco,  Mission,  aparece  pelada,  directamente.  En  las  entrevistas  para  presentar  Sacrificium  (el  disco  dedicado  a  los  castrati) mencionaba a Michael Jackson. ¿Te acordás? Hoy es el monstruo máximo. Ella decía que era un castrato de nuestro tiempo.

DL: Sí, sí. Justamente pensaba en eso. ¿Cómo hace una mezzo, que por su registro está condenada a los «personajes de carácter» o las «villanas» para salirse de ese casillero de segunda, para llegar al lugar de la Diva total: investigando y sacando del archivo las partituras escritas para voces como la suya, no importa si entonces eran desempeñadas por un castrato o por una mujer. O sea: por un lado una operación casi de marketing, pero que arrastra consigo toda una concepción del canto, porque inmediatamente, como vos decís, su cuerpo la acompaña: aparece pelada, vestida de varón, toda  su  gestualidad  acompaña  lo  que  canta  (creo  que  vos  habías  dicho que los castrati se usaban para los roles soberanos; en todo caso es así en Julio César: fue Senesino quien la cantó en su estreno de 1724)... Hay ahí algo  raro,  misterioso,  que  liga  una  operación  completamente  obvia  (de  mercado) con un giro copernicano. Ahora hay mil mezzos y contratenores cantando el repertorio que rescató Cecilia del olvido.

DC:  Es  un  misterio,  también.  Lo  cierto  es  que  Cecilia  rápidamente  comenzó  a  cantar  TODO.  Empezó  con  el  bel  canto  y  el  repertorio,  pero  en seguida viró hacia los bordes (tempranas —si cabe decir así— óperas de  Mozart,  como  Mitrídates)  y,  sobre  todo,  a  esas  óperas  barrocas  llenas  de brujas sarracenas (Rinaldo) en donde dio rienda a su bestialidad total (siempre  hay  un  bosque  en  el  que  perderse  de  la  civilización).  Ella  es  la  que protagonizó el renacimiento vivaldista (¡en 1999, al borde del siglo!) con  un  disco  que  lleva  su  marca  de  investigadora  (he  ahí  otra  virtud).  Revolvió archivos, hasta dar con un momento delirante de la música: los castrati. Se identificó con esas figuras de cortes eclesiales y barrocas, que estaban  al  borde  también  de  la  cultura  y  la  civilización,  como  los  niños  lobo que apasionaban al siglo XVIII. La «neutralidad» de les cantantes de Lieder, que habían interiorizado la castración, como decía Barthes, ella la hace explosión y nervio valvular.

DL:  Totalmente:  ahí  se  nota  su  capacidad  imaginativa,  porque  hace  coincidir  lo  sobrenatural  de  la  voz  del  castrato  (que  no  se  corresponde  con cuerpo natural alguno), con lo excepcional del lugar del soberano y, además, con la animalidad. Me reía cuando pasé el aria en la clase porque me  hizo  a  acordar  de  «Josefina,  la  cantante»,  cuando  Josefina  amenaza  con suspender las coloraturas y el pueblo de los ratones no entiende de qué  habla.  ¿Vos  decías  que  el  registro  de  ella  permite  considerarla  una  tenora?

DC: Lo decía Deleuze —quien amaba Wozzeck y Lulu de Alban Berg por razones similares a las que estamos mencionando—: la voz del soberano era representada por una voz excepcional, una voz en estado de excepción (en los Estados Pontificios). Pero también cantaban a Orfeo y Eurídice: la historia primera de la ópera. Decís que es «una voz que no se corresponde a un cuerpo natural», tal cual. En las cortes vaticanas, habitadas por «aquellos personajes  coloridos,  excéntricos,  verdaderos  ultrajes  a  la  verosimilitud»  (como cuando uno escucha a Bartoli), «que agitaron su historia, los únicos que se plantaron a la altura de ese reino, monarquía electoral sin par en esa vida que podríamos llamar real» (como escribe Edgardo Cozarinsky en uno de los diálogos de ¡Burundanga!). Los castrati eran producto de una regla paulina («Mulieres in Ecclesia taceant», I Corintios) que fue extremada hasta  un  delirio  inmoral  (amoral,  o  lo  que  sea).  Bartoli,  por  supuesto,  ya  había trabajado con lo prohibido y los tabúes barrocos (Opera proibita). En ese sentido, es una tenora, porque ella misma se presenta en el lugar de lo prohibido, del tabú, del cuerpo (como cuando cantó a María Malibrán, que  fue  Romeo,  Amina,  Norma...  de  Bellini,  papeles  para  soprano)  y,  bueno,  como  Nico  fue  barítona,  ella  es  tenora.  Bellini  fue  el  último  de  los  músicos  de  una  escuela.  Nació  en  Catania,  lugar  al  que  desterraban  a  los  Papas  inviables.  Así  como  el  volcán  Vesubio  en  Nápoles  (donde  al  grito de «evviva il coltellino!» o ¡viva el cuchillo! los napolitanos castraron a 4000 niños al año «en favor» del canto), en Catania se encuentra el Etna. Siguiendo una posible especulación acerca de voces de castrati y fuerzas ctónicas, la ciudad de Bellini (uno de los últimos operistas belcantistas en posesión  total  de  la  escuela  y  umbral  de  la  transfiguración  wagneriana),  nos da otra línea de intersección más. «Catania, en el primer año del siglo XIX, era un lugar apto para milagros», dice una biografía del músico. Hay algo  animal,  bestial,  in-fans,  en  todo  esto.  La  voz  de  los  castrati  era  una  sutura  barroca  entre  la  infancia  y  los  lobos.  Efectivamente,  la  música  de  Bellini  —de  un  afecto  melancólico,  lunar  (Norma)  y  sonámbulo  (La sonnambula)— puede ser oída como una de las últimas manifestaciones belcantistas y melodía infinita en el futuro (con Wagner), cuya resonancia (aun en la disolución armónica de largo aliento) transmitirá el secreto de las  voces  siempre  a  punto  de  morir  (por  modernidad,  por  agotamiento,  por  amor)  como  la  del  castrato.  ¿Qué  otro  futuro  le  podría  esperar  a  la  voz (del castrato, del niño, de la mujer, de la niña y del pájaro), además de cantarle a un príncipe enfermo de melancolía, sino derivar —felizmente, de eso se trata la música— en vida?

DL:  Riccardo  Broschi  (Nápoles,  c.  1698-Madrid,  1756)  era  el  hermano  mayor  de  Carlo  Broschi,  más  conocido  como  Farinelli  (el  de  la  película),  uno  de  los  grandes  divos  de  la  época.  Artaserse,  de  donde  está  tomada  el  aria  «Son  qual  nave»  que  canta  la  Bartoli,  fue  escrita  en  1734.  Yo  no  escuché  la  ópera  completa,  pero  debe  de  ser  un  bodrio.  Es  un  pastiche  hecho  sobre  la  base  de  la  ópera  inconclusa  del  poeta  Pietro  Metastasio  y  el  poeta  Leonardo  Vinci,  quienes  habían  robado,  a  su  vez,  de  El  Cid  y  Xerxes de Corneille y Crébillon, respectivamente. O sea que la cuestión del archivo está inscripta en el nacimiento mismo de la ópera.

*

(Si encuentran un "paper" más sexy, por favor me avisan)

14 ene 2023

Animal eléctrico

A comienzos de los años ‘90 del siglo pasado, más o menos a mis diecinueve, descubrí que, a pesar de algunos prejuicios que el adorable grupo de lúmpenes del que formaba parte (mis amigos) sostenía en contra de la “música de discoteca”, la música electrónica me encantaba. Ya hacía por lo menos unas dos décadas que la electrónica se había fusionado con el rock, lo que, en cierto aspecto la “legitimaba”. Pero no era eso tanto lo que me interesaba, a pesar de grupos como The KLF agitaban la noche con un sonido marchoso y crudo. Yo era feliz en las canchas de fútbol y las discotecas. Me gustaba bailar, y no me gustaba pelear como a la mayoría de mis amigos. ¡Con lo que me costaba conversar con un chica y ponerme a bailar! Más de una vez tuve que interrumpir ese idilio para salir corriendo por una pelea desatada en la que mi intervención consistía en intentar separar, cortar con ese circo salvaje de exhibición brutal y volver a jugar con el pelo y lo que cualquier promesa me regalara de la chica nocturna. En general, todo terminaba mal y nos volvíamos. Ese adolescente de los suburbios, que gustaba de leer los libros que había en la casa, una pequeña biblioteca con los títulos ineludibles (cuentos rusos, Sherlock Holmes, El extranjero, etc. y una enciclopedia de nueve tomos que mi papá había decidido comprar como regalo de nacimiento, sellando, creo yo, algo de mi destino relacionado con las letras y un rándom de lecturas mundiales y dispersas) era, a pesar de mi gusto por la lectura, bastante iletrado. Pero una tendencia a la ensoñación, digamos así, me condujo directamente a interesarme por la intoxicación y el éxtasis.

(sigue)

 

3 ene 2023

8 nov 2022

Micro KFK (un proyecto, un diario, una vida)




El hablar de ‘despliegue’ es muy ambiguo. 
Mientras el capullo se despliega hasta ser una flor, 
el pequeño barco de papel que hemos enseñado 
a hacer a un niño se despliega  hasta ser una hoja lisa. 
Este segundo tipo de ‘despliegue’ 
es el adecuado a la parábola: 
el placer del lector la va alisando 
hasta que al fin su significado le resulte evidente. 
Pero las parábolas de Kafka se despliegan 
en el primer sentido, como el capullo 
se convierte en una flor. 
Por eso su producto es similar a la poesía.

(Walter Benjamin)


Pequeño ciclo sonoro y literario de cámara con sintetizadores.

Durante septiembre de 1917 y abril de 1918, en casa de su hermana Ottla, en la ciudad de Zürau, en la campiña bohemia, recuperándose de la primera crisis desencadenada por la tuberculosis que había sufrido un mes antes, Kafka escribió un cuaderno con anotaciones de diverso orden, en su mayoría breves (o muy breves) que fueron conocidas como "Los aforismos de Zürau".

Ese cuaderno pasó a formar parte del conjunto de escritos que Max Brod no entregó al fuego: (la que habría sido) la última voluntad de Kafka sobre su "obra" no publicada.

Entre el 27 de mayo (mi papá murió el 9 de ese mes) y el 24 de septiembre de 2021 (con una intervención quirúrgica en medio), me dediqué a grabar, en lo posible sosteniendo el ritmo de una por día -aquel "sale y se pone" de un blog de Violeta Kesselman-, los “aforismos”: primero cortando y pegando sonidos de tutoriales de sintetizadores encontrados en la red, y en la medida en que el proyecto avanzaba, con la colaboración inestimable de dos músicos, Luciano Azzigotti y Pablo Chimenti (y las charlas que mantuve con otrxs que me sirvieron para pensar algunas cuestiones). Estudié sobre sonido digital en la UTN para mejorar -dentro de mis pocas posibilidades- las grabaciones. Finalmente, aprendí a manejar DAWs, sintetizadores digitales, pianos virtuales, generadores musicales automáticos, etc. Grabé cosas del cotidiano, aprendí a usar el Pure Data, etc., sumando cosas sonoras "originales" a las grabaciones en voz alta.



Siempre, de fondo, las lecturas son acompañadas por lecturas en alemán de robots traductores. No seguí el orden del archivo kafkiano (los aforismos están numerados del 1 al 109), sino que me manejé con cierto azar: abría el libro y elegía el primer aforismo que encontrara.



Como escribió Kafka en EL SILENCIO DE LAS SIRENAS: jugué con un método insuficiente y casi pueril (no era música el sonido de las grabaciones, me hice de lo que andaba por ahí, y el primer desafío era hacer un diario sonoro y vocal de esas escrituras).



Finalmente, sí, resultó algo así como un diario de lecturas, de grabaciones, de testimonio de amor a Kafka (a cuya materialidad, espero, haberme acercado), y de una experiencia con el sonido, la vida y la poesía: "enter vida data" también pensé en esta experiencia imperfecta, eco del archivo de lo que "el judío de Pagra" escribió y vivió hace más de 100 años y aún nos llama.



Kafka escribió ejercicios de escucha muy particulares,  casi protocolos de experiencias sonoras que podemos encontrar, por supuesto, en “El silencio de las sirenas" (método) o en una de las últimas anotaciones hechas en el cuaderno de Zürau: “No es necesario que salgas de casa. Quedate en tu mesa y escucha. Ni siquiera escuches, espera nada más. Ni siquiera esperes, quedate totalmente en silencio y solo. El mundo se te ofrecerá para ser desenmascarado, no puede evitarlo, extasiado se hará un ovillo ante ti”. Como en las Micro KFK.

17 oct 2022

Una lectura de poesía

Fue una noche rara. Leyeron poetas que me encantan. Otrs no tanto. Pero había algo frío en el aire. Había refrescado. La noche se hizo larga. Cuando me tocó leer, un poeta admirable se la pasó refunfuñando y se movía quisquilloso. Me llamó la atención, porque antes se había quedado quieto, en primera fila, atento y concentrado. Al lado mío, dos chiques hacía ruido, miraban el teléfono, se reían y hablaban en voz alta. Yo pensaba que podrían haberse ido: nadie te obliga a soportar una lectura de poesía. Me distraje mucho. Si no te interesa, te parás y te vas. En fin. Pero ocurrió que justo antes de leer, de casualidad, me crucé con un poeta del que "colecciono", digamos así, sus libros. Eh, Carballar, dijo (no sabía que me conocía). Aguante La rojita, dijo. Un libro que publicó Vox hace más de diez años. Se armó un pequeño revuelo, me saludaron dos o tres personas que no me conocían. Eso me puso de buen humor e hizo que leyera contento (en general, siempre leo contento). Cuando me tocó leer -después de la pandemia, después de una lectura, esa noche, que duró más de media hora- empecé leyendo este poema:


ECCE PUELLA

Cuando el solazo da entre la coraza
de cables y terrazas, van las aves
decampadas del cielo: son las aves
del dolor que sublima esa muchacha,
donan a la gitana adivinante
el camino desierto donde sufre
el duelo en la mirada de las manos
… … … 
… … … 
están ahí, no puede decir nada,
la carne se le pega a las palabras,
la carne se le pega al paladar,
mas no padece, sabe que esta tarde
no hace caer a chicas como ella
… … … 
… … … 
puede ser un retablo, una escena,
… … … 
regocijo de vida que se escurre,
tal esta tarde de los pajaritos
tenaces a la luz de sus naciones–
tupí, hechas de las trazas en el trópico
… … … 
… … … 
… … … 
… … … 
y se cifra en el cambio permanente,
y se derraman las aladas horas.


13 oct 2022


 

16 ago 2022

Una noche en la ópera

FRANKENSTEIN, INTERNET Y LA OBRA DE ARTE TOTAL




Frankenstein, internet y la obra de arte total se ensamblan en diálogos performativos sobre la deriva y la creación musical, literaria y escénica. A partir de un grupo de preguntas y repreguntas sobre la creación interdisciplinaria, Florencia Werchowsky, directora y autora, y el compositor Oscar Strasnoy dialogan en escena. Se trata de abrir a todo público una ventana inusual al backstage en el que una obra empieza a ser tal.


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Participaré en la noche primera, la del 18 de agosto, en la que haremos una lectura interpretativa, paranoica y hasta adivinatoria de algunos momentos lírico-narrativos del Anillo, ¡la obra de arte total! 


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Sobre "el método":

 
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leitmotivs . random-access memory . voces . sangre . märchenhaftes Oper . gemelos . bosque . anarquía (en Dresde) . somnolencia . aves parlanchinas . biopolítica . ninfas . renunciamiento . dragón . poder . feria . vanguardia . humedad . miedo . ritornello . poesía . bots . orfeo & dornröschen . conspiración . espinos . terrorismo . ritmo . amor . incesto . posthistoria .  melodrama . romanticismo . revolución . batas de seda . paranoia . apocalipsis . 1848 - 2022... 

1 ago 2022





















leitmotivs . random-access memory . voces . sangre . märchenhaftes Oper . gemelos . bosque . anarquía (en Dresde) . somnolencia . aves parlanchinas . biopolítica . ninfas . renunciamiento . dragón . poder . feria . vanguardia . humedad . miedo . ritornello . poesía . bots . orfeo & dornröschen . conspiración . espinos . terrorismo. ritmo . posthistoria . amor . incesto . melodrama . romanticismo. revolución . batas de seda . paranoia . apocalipsis . 1848-2022... 

TOTAL ¡Muy pronto! (con FW y OS)

15 jun 2022

17 may 2022

Nuevo track

5 mar 2022

Reescritas en la electricidad I


Piano, sintetizador, plaza, children's corner.

NOTA: Comparto, en principio, esta declaración de hace un tiempo de Oscar Strasnoy:

La danza sublima la fuerza de gravedad; las artes visuales subliman el espacio. La que se ocupa de sublimar el sonido es la literatura, ya que la palabra es sonido que se vuelve imagen o idea y de esto la música es incapaz, y cuando es capaz es porque está contaminada de literatura.
A estos "artefactos" sonoros no los pienso como música -sería imposible para mí tal cosa-, sino como reescrituras literarias (por medio de impulsos eléctricos).

8 abr 2021

[RUIDOSA] Italiani turchi e tedeschi


🔴 Música, poesía futurista y deriva pop para una clase.

🔊 Intonarumori (L. Russolo) + F. Marinetti + KRFTWRK

🎧 [ITALIANI] Luigi Russolo, compositor, escritor y pintor que formó parte del Futurismo (la primera vanguardia que llegó a la primera plana de un diario, Le Figaro, en 1909), creo los INTONARUMORI, unos instrumentos musicales que tocaban ruido. Su ensayo "El arte de los ruidos" fue algo así como el manifiesto musical del futurismo. Lo primero que se escucha en el audio (y lo último) es el sonido producido por uno de esos nuevos instrumentos. A continuación, se escucha al "vocinglero" Marinetti leyendo el poema "El bombardeo a Adrianópolis" (1912) [TURQUI], un poema que busca dar cuenta del sonido en los campos de batalla. El libro jugaba con la distribución de las palabras en el papel, pero es la lectura de Marinetti lo que pone en voz los propósitos del futurismo. Marinetti se hará fascista, y maldecirá a DADA, una deriva hermosa de sus ideas. Del trabajo de Russolo se desprende el interés por el sonido como materia, lo que conducirá a la música electrónica y, mutatis mutandis, al synth pop. La coincidencia entre las onomatopeyas bélicas de Marinetti y las de Kraftwerk [TEDESCHI] no son meras coincidencias.

27 ene 2021

Federico Monjeau (1957-2021)


Hay un video en YouTube. Se trata de un ensayo del director Carlos Kleiber con la Orquesta Sinfónica de la Radio de Stuttgart. Ensayan la obertura de Die Fledermaus (Il pipistrello en italiano). El video es una maravilla. Es el registro de uno de los más grandes directores que haya habido (completamente renuente a las entrevistas), trabajando con una orquesta: asistimos a la elaboración del material musical y del estilo de una lectura: “menos pesado –pide Kleiber– debe sonar siempre ligero, transparente, suave”. La obertura es hermosa, y hoy se escucha como el sonido de la Austria-Hungría literaria, de sus valses precipitándose al vacío. Uno no puede ver este documento de los años ‘70 sin que se le adhieran vivencias personales e imaginarias, pero que siempre se fuga hacia otra parte, y que el azar quiso que fueran en italiano los subtítulos que acompañan la clara dicción alemana de Kleiber, sumándole capas musicales-verbales a la construcción musical. Kleiber busca la clave de la obertura en la superficie, varias veces se refiere a la piel, al toque suave, a la apariencia, a un stimmung comediante (komödiantische): “baila con gracia”; trabaja en los staccati con precisión, como si se tratase de pasajes (micro) contrapuntísticos esa claridad que exploraría la otra Escuela de Viena al producir obras “claras” como Lulu, de Alban Berg–; llama la atención sobre los vibratos y el ataque, los cambios de ánimo del drama fingido.

Kleiber, Viena, Lulú: todo esto, nada menos, lo aprendimos de Federico Monjeau. El nombre Lulú fue el que él había elegido para su revista, casi como una shibbolet, una inflexión americana de la música vienesa que se expresaba en esa tilde. Su escucha atenta estaba siempre alerta a las tildes, a la pausa, al silencio y otraszozobras” de la música. Monjeau dedicó una serie de sus muchísimas y hermosas “Notas de paso”, publicadas en el suplemento “Extra-Show” (o algo así) del diario Clarín (hizo algún chiste con eso), al “Enigma Carlos Kleiber”. Lo hizo con el pulso de una historia digna de Joseph Roth o Edgardo Cozarinsky: el exilio, los enigmas de las huellas vitales, los destinos errantes. La ligereza que busca Kleiber en la obertura de J. Strauss II es, ciertamente, inalcanzable, destaca Monjeau.

Esta intersección entre una vida y la música, que Monjeau desarrolla con enorme talento crítico, por ejemplo, cuando establece una relación entre el (lindo) cuerpo de Kleiber y su característico legato, que entiendo como una inflexión más del rhytmós que plantea Barthes (en Cómo vivir juntos): el paso de una vida que, en el caso de Kleiber, podemos apreciar en el extraordinario video y que se traducía en una interpretación musical, en una forma distintiva.

Federico Monjeau fue un gran crítico y maestro. Su análisis de Erlköning de Schubert (incluido en el imprescindible La invención musical) es una lección de escucha y pedagogía, y plantea una pregunta que es central, por lo menos para mí: “¿música y poesía forman parte de un mismo sistema estético?” No importa tanto la respuesta (es inimportante, realmente) como los posibles ensayos que motiva (mimetismo, alegoría, metáfora). No por nada, Gonzalo Rojas escribió aquello de que “las sílabas saben más que la música”, y Monjeau, de solidísima formación musical, buscó en la literatura, en la poesía, aquello que la música no podía expresar pero que sí decía, invirtiendo el lugar común.

Uno de sus pasajes preferidos de la Recherche, de A la sombra de las muchachas en flor, en la que el narrador ve (“se le aparecen”) tres árboles en medio del camino durante un paseo en coche por Balbec, y “siente ante ellos la existencia de un objeto conocido pero vago. ¿En dónde los había visto ya?”: ¿… venían de unos años muy remotos, eran lo único que sobrenadaba de mi primera infancia, eran imagen recién desprendida de un sueño de la noche anterior, o quizás no los había visto nunca y ocultaban tras su realidad una significación oscura?… “El narrador –escribe Monjeau– no puede responder esas preguntas , y entonces ve cómo los árboles se alejan, agitando los brazos, como si dijeran: ‘Lo que tú no aprendas hoy de nosotros nunca lo podrás saber. Si nos dejas caer en el camino ese de cuyo fondo queríamos izarnos a tu altura, toda una parte de ti mismo que nosotros te llevábamos volverá para siempre a la nada’. Eso pronunciarían los tres árboles si les fuera dada la palabra”. Proust, que asocia a la frase de Vinteuil “con los árboles parlantes –un motivo de cuento maravilloso– descorre una metáfora esencial: la música remite a una suerte de momento lingüístico de la naturaleza, una especie de lenguaje mudo, sin palabras. ‘La música es como una posibilidad que no se ha realizado; la humanidad ha tomado otros caminos, el del lenguaje hablado y escrito’”. Ese "resto mudo" encuentra lugar en la poesía.

Podría seguir las derivas de las lecturas y escuchas de Federico Monjeau, un particular lector de la teoría estética de Adorno (habría que estudiar qué cosas y de qué manera tomaba esta teoría y cómo la incporporaba en su crítica). Cursando con él, leí por primera vez La filosofía de la Nueva Música y fui corriendo con la noticia a mis compañeros/as de Siglo 20, que, por supuesto, conocían bien y por cuyo hegelianismo sentían muy poca simpatía, estremecido ante el epígrafe con que comienza (y hoy lo leo con un poco de gracia, sin parecerme tan adecuado para pensar la música) y que reza: “Pero en el arte no tenemos que ver con un juguete meramente agradable, sino con un despliegue de la verdad”. Criticaba las conclusiones de “Stravinsky y la restauración”, a la que calificaba de “un brillante análisis con conclusiones completamente erradas”. Leía en las clases fragmentos de la Teoría Estética, y lo seguíamos en las lecturas. Cada tanto, levantaba la cabeza y hacía algún comentario muy iluminador (“epifanías” los llamó Laura Novoa, Ayudante de Prácticos en Estética Musical y amiga de Monjeau).

La invención musical es un libro producto de las lecturas críticas de Adorno y que nos enseña a escuchar los avatares del “progreso” musical y que, siempre cerca de la Segunda Escuela de Viena, pero con una perspectiva más abarcadora, pone constantemente en tensión esa idea. 

De sus clases, recuerdo que no le gustaba Boulez ("sus obras tienen siempre la misma forma") ni Golijov (muy en boga aquellos años: una vez, puso en un grabador una obra, a los tres minutos adelantó, después, lo paró y dijo: "bueno, y es todo así"). Le encantaba Kagel.

Su segundo libro, Un viaje en círculos. Sobre óperas, cuartetos y finales es un recorrido sobre esos momentos en los que la vida y la música se tocan, sea en una película de Jean-Marie Straub y Danièle Huillet basada en Moses und Aron de Schoenberg (en ese primer capítulo del libro, Monjeau no asume directamente el análisis de la ópera, sino que se va acercando a ella a partir de los problemas de la representación musical que el film, valga lo redundante, pone en escena), como en la experiencia de escucha del célebre cuarteto de Morton Feldman o de las inscripciones mínimas en una partitura. También, Un viaje en círculos, a diferencia, en cierta medida, del analítico La invención musical, tiene algo de “diario musical” de una vida, cuyo andar era la tradición musical de América y Viena (la ciudad de Schoenberg), y cuya dicción estaría dada por el nombre Lulú, que tanto se relaciona como se distancia de su referencia, tan universal en su pronunciación como particular en su escritura. 

Escuchar música y leer sobre música con Federico Monjeau es una experiencia que podremos conservar de sus libros (la editorial Gourmet Musical editará un libro de conversaciones con el compositor Francisco Kröpfl), sus notas y, también, algunos videos. Y es ahora una experiencia que se nos ha escapado. Su muerte nos deja irremediablemente tristes.

18 dic 2020

Robert Walser - El paseo (fragmento)

A la gente que va levantando polvo en un rugiente automóvil les muestro siempre mi rostro malo y duro, y no merecen otro mejor. Piensan entonces que soy un vigilante y policía de paisano, encargado por elevadas autoridades y organismos de vigilar a los conductores, tomar el número de los vehículos y denunciarlos después. Siempre miro sombrío a las ruedas, al conjunto, y nunca a los ocupantes, a los que desprecio, en modo alguno de forma personal, sino por puro principio; porque no comprendo ni comprenderé nunca que pueda ser un placer pasar así corriendo ante todas las creaciones y objetos que muestra nuestra hermosa Tierra, como si uno se hubiera vuelto loco y tuviera que correr para no desesperarse miserablemente. De hecho, amo el reposo y todo lo que reposa. Amo el ahorro y la moderación y soy contrario en el nombre de Dios en lo más hondo de mi ser a toda prisa y atosigamiento. No tengo que decir más que lo que es verdad. Y seguro que por estas palabras no dejará de haber automóviles, con ese mal olor que echa a perder el aire, y que sin duda nadie estima y quiere especialmente. Sería antinatural que la nariz de alguien amara y aspirase con alegría lo que para cualquier nariz humana como es debido es a veces, según quizá el humor de que se esté, irritante y aborrecible. Basta, y no lo tome usted a mal. Y ahora a seguir paseando. Es divinamente hermoso y bueno, sencillo y antiquísimo, ir a pie. Suponiendo que zapatos y botas estén en condiciones. 

(Trad. Carlos Fonseca)