26 jun 2024

Allí estuvimos







Llegó el día. Mejor dicho: la noche en la que Daniel Link dio su última lección en Siglo XX. Fue una clase brillante, como nos tiene acostumbradas (así, como dice él). Un recorrido deslumbrante, no sólo la clase de anoche, sino los sucesivos programas que compartí, ya que en un momento estuve muy cercano a la cátedra, en una suerte de larga adscripción. Todo duró un poco más de quince años, que se pasaron volando. Cursé la materia cuando mi hijo estaba por nacer. Hice una monografía sobre Doktor Faustus, de Thomas Mann, que nunca volví a leer (la monografía, por supuesto, la novela la leí un par de veces más). Y quedé totalmente deslumbrado por este profesor que nos enseñó a leer a Pasolini, a Kafka, a Beckett, a Pizarnik, a Proust, a Celan, a Lorca, a Bachmann... (¡cuántas horas felices de lectura y discusión!) y también por el equipo de cátedra, a la altura de esta inteligencia, del que me hice amigas y amigos y colegas, pero de quienes nunca dejé de aprender y admirar. Es un poco incómodo estar tan cerca de gente que uno admira tanto. Quiero hacer como si no importara, pero termino comportándome como un tarado. Anoche en el brindis, una dramaturga genial y simpatiquísima nos preguntó sobre nuestro recorrido hasta llegar allí, a esa noche. Un alumno le contestó que, aunque venía del Nacional, esta había sido la materia más difícil de la carrera, también con admiración lo decía. Yo dije que la más difícil para mí habría sido Teoría y Análisis "C", con Panesi, porque viniendo de una escuela técnica de Avellaneda... Después de contarme que su hija (de la genial dramaturga) había estudiado en el Liceo Francés y que esta había sido su primer materia, les aclaré que Siglo XX no fue "difícil" porque la cursé como un enamorado y porque, como Panesi, en esta cátedra no había gradualismos: el conocimiento, el pensamiento, la poesía se brindan con una confianza plena en las estudiantes, etc. y yo acepté esa pedagogía. Hubo problemas (burocráticos) que no vienen a cuento y comencé, lentamente, a alejarme de la cátedra, pero no de los diferentes proyectos que fueron naciendo en este tiempo. No sé por qué cuento esto. Casi nadie lee este blog ya. Es una prueba más del paso del tiempo. Lo abrí en los días (y las noches) de la extraordinaria adscripción que me cambió la vida. Después no sé qué hice y perdí muchísimas entradas que quedaron en otro blog de cuyo nombre... (https://diegocarballarblog.blogspot.com/). Allí leo que una de las primeras entradas es acerca de Cecilia Bartoli, cuando le permitieron cantar en la Capilla Sixtina. La Bartoli es una de las pasiones musicales que compartimos con Daniel, y terminó siendo excusa para escribir un texto juntos, ¡que es muchísimo! Anoche fue una noche rara, de sentimientos encontrados, melancolía y felicidad, belleza y tristeza, alegría y... no quiero decir "desamparo", así que la dejo escrita entre comillas y mejor digo otra cosa. Que en la clase habló de las luciérnagas, de la noche, de las salidas, del tiempo, dijo el nombre de Kafka y el de Pasolini. Pero a mí, la verdad, me costó mucho concentrarme. 

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