Robert Walser - El paseo (fragmento)
A la gente que va levantando polvo en un rugiente automóvil les muestro siempre mi rostro malo y duro, y no merecen otro mejor. Piensan entonces que soy un vigilante y policía de paisano, encargado por elevadas autoridades y organismos de vigilar a los conductores, tomar el número de los vehículos y denunciarlos después. Siempre miro sombrío a las ruedas, al conjunto, y nunca a los ocupantes, a los que desprecio, en modo alguno de forma personal, sino por puro principio; porque no comprendo ni comprenderé nunca que pueda ser un placer pasar así corriendo ante todas las creaciones y objetos que muestra nuestra hermosa Tierra, como si uno se hubiera vuelto loco y tuviera que correr para no desesperarse miserablemente. De hecho, amo el reposo y todo lo que reposa. Amo el ahorro y la moderación y soy contrario en el nombre de Dios en lo más hondo de mi ser a toda prisa y atosigamiento. No tengo que decir más que lo que es verdad. Y seguro que por estas palabras no dejará de haber automóviles, con ese mal olor que echa a perder el aire, y que sin duda nadie estima y quiere especialmente. Sería antinatural que la nariz de alguien amara y aspirase con alegría lo que para cualquier nariz humana como es debido es a veces, según quizá el humor de que se esté, irritante y aborrecible. Basta, y no lo tome usted a mal. Y ahora a seguir paseando. Es divinamente hermoso y bueno, sencillo y antiquísimo, ir a pie. Suponiendo que zapatos y botas estén en condiciones.
(Trad. Carlos Fonseca)
No hay comentarios:
Publicar un comentario