23 feb 2023

Sobre los gestos de Pulcinella



Hace pocos días vi una grabación del año 1965. Acompañaba una muestra sobre las intervenciones políticas de Pasolini en los últimos diez años de su vida. Era un Pulcinella, la máscara arquetípica, pícaro y hermafrodita, que inspiró a Tiepolo (acerca de quien Roberto Calasso escribió un libro extraordinario), a Stravinsky (en un ballet que debe ser la pesadilla adorniana perfecta) y a Agamben (un libro que lee una serie de acuarelas en los que Pulcinella de Tiepolo se repiten en imágenes de corte goyescas). Ese video -realizado por Pino Pascali- es algo así como la danza del fin (de los gestos) de un mundo, aquel final que Pasolini denunciaba furibundo, al que había cantado en Il fiore delle Mille e una notte. Unos días después, viaje a Nápoles, ciudad en la que se hunden las melodías más infantiles de mi vida, vagamente incomprensible, mediterránea y oriental, delirante. 

Todo el tiempo que estuve en la ciudad del sur, fui tomado por una sensación de bendita sorpresa, somnolencia y una rara melancolía. 

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